martes, 6 de julio de 2010

Botija rapado

Fue el pasado 14 de octubre, apenas Uruguay perdió con Argentina el pasaje directo a este Mundial y Maradona inmortalizó la frase que invita a succionar y callarse, que dije al aire en Radio Belgrano: "Este equipo de Tabarez hará muy buen papel en la Copa del Mundo, mano a mano va a ser muy difícil ganarle". En aquel Centenario mudo se empezó a escribir la historia de esta revancha charrúa. Me toca cubrir al equipo del Maestro desde la pasada Copa América y lo haré el año próximo seguramente. Hay equipo señores, hay camada de jugadores que se codean con los mejores, en las mejores ligas. Hay idea, y continuidad en el trabajo. Hay variantes tácticas para que un delantero se tire al mediocampo, o jugar con tres tapones, pero la idea de tocar y ubicarse en un lugar vació está. De jugar para el otro, de hacer relevos.


Ojo, no sea gil y crea que son palos encubiertos pa los nuestros. Nada de eso. Sin comparaciones por favor. Que el material de uno y otro es el mismo, ni la historia, ni el presente. Ni siquiera el objetivo primero, fue el mismo. Hablemos de Uruguay. De la generación que se debía recatapultar el nombre del país a lo más alto. Sale el del Porto, entra el suplente de la Juventus. Se lesiona el capitán, ingresa el zaguero de la Universidad de Chile. Adentro el del Palermo o el cinco de Peñarol. Lo mismo da, la idea no se mancha. Ni la ambición ni las precauciones.

Se gana y se pierde, como todo jugador. Uruguay no puede hablar de mala suerte, ni de fallos. No lo hicieron los jugadores muchachos. El segundo es orsai bastante finita. No andemos con chiquitas que ni los protagonistas lo hicieron. Los jueces de línea fueron los dos precavidos para no equivocarse. Erráticos, malos, califiquelos como quiera. Los jugadores, los que actúan dentro del campo, no lloran por esos errores. Inflan el pecho, putean, se lamentan pero levantan la cabeza. Montevideo los recibirá como campeones. Suceda lo que suceda el próximo sábado.

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