martes, 24 de mayo de 2011

Lo que molesta de Paka Paka

El demorado ingreso del canal Paka Paka en la grilla de programación de los usuarios que regentea Cablevisión, era un atentado a la libertad. Iba de la mano de la prédica de desobedecer una y otra vez una ley, y otra más. Es cultural. La patrona de todas las batallas. Sucede que esta otra vez es más grave, porque atenta contra el futuro que son hoy los niños, protagonistas casi estelares en la programación del canal. Tan grave que la negativa de la empresa de cable logró que hasta el ministro de educación Alberto Sileoni interceda ante la justicia para atender un tema que no solo es menester de la cartera de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual. Porque Paka Paka es un canal educativo además de entretenimientos para los más chicos. Y allí radique el principal escollo para su inclusión en la oferta de este cableoperador.

¿Pero qué contiene de dañino para Cablevisión la señal Paka Paka? Ejemplo, un niño se presenta, dice “esto es lo que me gusta”, sonríe a cámara y se lanza a subir corriendo las escaleras del Parque Quiroz en Colón, Entre Ríos. Hasta que trepa un tobogán y se arroja. Al caer, solo sonríe. Se llama Leandro, tiene 4 años, es argentino. El poder de la imaginación, es el lema del canal. Muestra una impronta notable por destacar y reconocerse un niño con derechos. A una alimentación digna, a aprender, a estudiar, pero sobre todo a jugar, a cantar, a bailar. Hay un cancionero como separador entre un programa y otro. Dura lo que dura una canción. Allí, puede escucharse el tema de María Elena Walsh, La Mona Jacinta, mientras dos niñas se maquillan con inocencia. En ese espejo que es también la televisión es peligroso que se vea una niña de Catamarca, de Córdoba o de cualquier barrio de Buenos Aires. Porque sale a la calle y allí están las mismas caras que vio en la tele, y sus amiguitas prontas con la valija de las pinturas para jugar. Molesta un canal donde actores argentinos se prestan a recitar cuentos. O, ¿El mundo de los por qué? Maratón de preguntas que joden tanto como sus respuestas.

Ese es el espejo donde no quieren que se miren los pibes, nuestros hijos. El mío –apenas un año y meses-, sonríe con Tom y Jerry sí, con Mickey sí, pero también con El show de Perico. Es fantástico, una especie de magazine de la tarde pero de marionetas que conduce una animadora algo ególatra pero igual de graciosa. Ella le habla a una tribuna integrada por animales que aplauden y comentan y hasta tienen voz en el show. Casi que hay un animal por región del país entre esa platea. Hay una llama tímida con gorro coya, también un burro, caballos y aves. Y molesta que esa tribuna no sea de doctrina, sino más bien una grada con distintas y variadas voces autóctonas.

Vale la pena repasar la programación que ofrece a toda hora para entender por qué la empresa que pertenece al monopolio no la incluye en su grilla. La granja Cocoricó, un mundo de muñecos donde un niño llamado Julio es presentado como “un chico de barrio al que le gusta el campo”. Así propuso el canal pasar estas vacaciones, en el ciclo Ronda Paka Paka. O Aladín, una sencilla animación con dibujos como los que podría hacer un niño cualquiera. Un relato de cadencia única para diversas edades.

Producir todo cuanto se consume es un primitivo acto de libertad. Acaso no es destacable que de ello también se ocupe un Estado: ofrecer en este caso la realización de contenidos para televisión, con manos, cabeza, cuerpo, ojos e imaginación de argentinos al servicio de un canal infantil para sus habitantes más pequeños, y también para nosotros, sus padres. Porque se comparte el televisor, inexorablemente a partir de que un hijo sabe que apretando el botón rojo se enciende esa pantalla que lo deslumbra y mira como solo un niño ausculta la televisión.

¿Pero al fin y al cabo, Paka Paka no es más que sólo un canal entre la oferta de casi diez en el rubro de temática infantil que uno encuentra en el cable? La respuesta salta con tan siquiera darse una vuelta a mirar un rato el contenido de las otras señales –la mayoría internacionales-, y a sus protagonistas. Y ver los parámetros de belleza de las series para adolescentes de Disney Channel, o ciertos dibujos de Cartoon Network y las resoluciones a los conflictos allí planteados por un perro, un gato o un ratón. Alcanza con atender algunos de los diálogos -incluso en ingles-, de una animación que tiene como protagonista a un mecánico y sus herramientas. O cómo visten, hablan y actúan los púberes del canal nick ante por ejemplo, un desfile de modas que muestra los culos del backstage de Hollywood, a las cuatro de la tarde. La señal del estado interfiere radicalmente porque contiene poco de esa fauna donde el niño pasta frente a un televisor.

Juan José Hernández Arregui, en su libro Imperialismo y Cultura, atenta contra la idea europeísta de la cultura única: “En toda cultura hay un elemento torrencial y ardiente, nutrido del genio irracional de cada pueblo, cuyo más acabado producto es su arte”. Por cierto, otro intelectual nacional y popular de los que no tiene su merecido lugar en la grilla de notables pensadores del país y el continente que enseñan la mayoría casas de estudio en sus niveles secundario y terciario.

¿Cablevisión teme que Paka Paka sea algo así como el juguete peronista que se adjudicaba a cada niño? Osvaldo Soriano recuerda en sus Cuentos de los años felices la ansiedad que experimentaba en la fila por saber si al llegar al repartidor quedaría la pelota de cuero que pidió por carta, o si debía conformarse con algún soldadito de plomo, o con el camión de madera que finalmente se llevó. Pero esto es todavía mejor: es un regalo sin distinción de género ni de prioridades, llega a cada casa de cualquier rincón del país ¡todos los días! Para todos esos niños el mismo regalo, donde son protagonistas y el espejo en que se miran es más parecido a su realidad, su casa, su calle, su barrio.

Paka Paka -el poder de la imaginación-, no tiene lugar por ahora en ese asilo donde la televisión encierra por un rato el normal desarrollo de un pequeño y de un adolescente que será adulto más temprano que tarde. Algún día sabrá que por un tiempo le prohibieron un canal para nosotros, el niño que somos frente a la tele.

1 comentario:

barbara dijo...

Gracias por escribir esta nota. Te la pido prestada y la conparto a ver si ante mucha queja la incluyen finalmente a la grilla. Mi hija no puede ver Paka Paka y me parece una tremenda injusticia porque adora los mundos de uli donde aprendió de la Pachamama y el carnaval y que solo puede ver por internet.